Foto: cortesía de Netflix
Los fanáticos de Silvester Stallone pueden conocer de propia voz del artista los altibajos de su carrera y personales a través del documental Sly, la apuesta de Netflix en los trabajos biográficos que han tenido gran aceptación entre los fans y después del éxito de Arnold que nos muestra que las carreras parejeras entre ambos actores continúan.
El documental cuenta con momentos destacables que vale la pena comentar y que nos muestran a un Silvester que se niega a quedarse en pausa, reconoce que ya no son los años de gloria en los que con su físico acaparó las miradas y admiración del mundo, pero que aún desea continuar disfrutando la aceptación del público.
Los rechazos por parte de los estudios y casas productoras, sus limitaciones actorales al inicio de su carrera, el fuerte temperamento de su padre que lo dejó marcado, incluso la competitividad de su padre hacia él (si, su padre llegó a proponer un guión de Rocky alterno, el cual no se realizó), sus reflexiones sobre su papel como padre de familia, sus posesiones, el arte, su incursión en el polo y la necesidad de escribir sus propias películas ante el constante rechazo que tenía como actor.
El documental inicia con el rostro de Sly, con los años encima, el pelo cano, pero auténtico, genuino, mostrando al mundo quién es, esto mientras prepara su mudanza al este Estados Unidos. Entre sus intervenciones, tiene una que llama la atención sobre el nido vacío, cuando los hijos crecen y se van al mundo a plantear su propia vida, reflexiona el esfuerzo por construir una gran casa, llena de amenidades y en el momento de grabar siente que está demasiado grande para las circunstancias actuales, por eso su mudanza.
El tema de la relación sinuosa con su padre la retoma con facilidad y se incrementa con la intervención del hermano de Sly quien también la saca a colación. Al padre le gustaba el deporte del polo y Silvester decide convivir con su padre ya siendo famoso en un amplio campo cuando se suscita una anécdota en la que el padre lo golpea con el taco de polo en la espalda y ahí decide que fue un esfuerzo infructuoso de acercamiento con su padre, por lo que vende todo el equipo y caballos.
No fue el único problema físico que tuvo, también relata que en la filmación de Rocky 4 en la grabación de la pelea contra Dolph Lundgren termina lastimado y requirió de cirugías de espalda pero a pesar de que sabía que estaba siendo lastimado optó por continuar con la grabación para no tener que repetirla.
Habla de sus personajes dando detalles que no se conocían contadas por el mismo o algunos de sus amigos y colegas, se muestra con un dejo de añoranza por sus grandes éxitos, sus grandes personajes, Rocky, Rambo, pero con entereza también habla de sus fracasos, no los oculta, los enfrenta, aprende.
Sly le permite a Stallone tener un contacto con su público a nivel internacional, les permite ver su lado humano, su lado vulnerable, su fuerza de voluntad, pero sobre todo le permite tener una catarsis de lo que trae dentro, sus emociones, sus reflexiones.
Elegiría como un momento clave, el acercamiento con su padre en su lecho de muerte después de años de alejamiento, creo que eso le permitió seguir adelante y tratar de sanar las heridas por la relación con su progenitor.
Otro momento clave fue el hecho de que ahora se permite vivir un poco más su vida familiar y se lamenta no haber estado con sus hijos en momentos importantes de sus vidas, ¿Dónde estaba?, se pregunta: filmando una película, contesta.
Recomiendo este documental a los cinéfilos que buscan una pieza entrañable, un ejercicio de introspección y un recorrido por la carrera de una figura internacional: Silvester Stallone.
Los espero en la próxima entrada de Netflexionando con Gloria Medina y recuerden, las estrellas solo las otorgan los fans.
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